dimecres, 19 de novembre del 2014

El Smart City Expo World Congress

El Smart City Expo World Congress ha abierto esta mañana sus puertas en el recinto de la Feria de Barcelona en la Gran Vía de l'Hospitalet de Llobregat. Los asistentes, convenientemente trajeados, pasean por la nave principal, donde los expositores muestran las últimas novedades en tecnologías para el diseño de una ciudad inteligente y ecológica. En medio del bullicio, un grupo de 33 niños aguarda, expectante, ante la entrada a la sala de plenos. Observan todo lo que les rodea con los ojos bien abiertos. Se trata del curso de quinto de Primaria del Colegio Na Caragol, de Artà (Mallorca).
A los estudiantes, de 10 años, les esperan representantes del Banco Mundial y del Programa de Vivienda de Naciones Unidas, a quienes podrán preguntar sobre todo aquello que estas organizaciones hacen para promover el diseño de ciudades inteligentes.
Se trata de una iniciativa que nació del intercambio de correos electrónicos entre Julia Llop, una de las alumnas, y Lluís Gómez, director internacional del Smart City Expo World Congress. “Soy amigo de su padre desde hace muchos años. Hago como 26 o 30 viajes al año por todo el mundo, a países como Corea, China o Japón. Un día empecé a escribir a Julia contándole mis viajes, y quedamos en que ella buscaría información sobre los sitios a los que iba. Cosas como qué comía la gente, o cuál era su moneda”, explica Gómez. Durante el tercer curso de primaria la joven estudiante habló de estos viajes con su profesora, Nati Lucas, quién propuso al resto de alumnos hacer el mismo ejercicio.
Al llegar al quinto curso, los profesores del centro propusieron a los alumnos realizar un proyecto, de común acuerdo con el director internacional del Expo World City Congress, Lluís Gómez, que consistió en diseñar cómo tendría que ser la ciudad inteligente. “Pensamos en todo, energías y transporte renovable. Además, construimos las maquetas con material reciclado”, explica Julia López, una de las alumnas. La suya es una escuela con placas solares para dar energía al edificio y calentar el agua. Ese año Gómez acudió a la escuela para conocer al grupo de estudiantes, a los que invitó a venir al Smart City Expo World Congress. "Estamos pensando en repetir la experiencia el año que viene", explica Gómez.
La iniciativa nació del intercambio de correos electrónicos entre Julia Llop, una de las alumnas, y Lluís Gómez, director internacional del Smart City Expo World Congress
Los alumnos entran en un recinto de gran tamaño. El negro es el color dominante, excepto por un cartel con los colores del Smart City Expo World Congress–azul claro, rojo, amarillo– que decoran la tarima al final del espacio. “La ONU, la organización de países más grande del mundo, está diseñando cómo será la ciudad del futuro. Así que aprovechad el momento, hacedles preguntas”, explica Gómez, quien les invita a hablar en inglés, el idioma vehicular del congreso. Los menores están preparados para ello, porque su centro está asociado con la academia de inglés British Council. Cada semana reciben siete horas de inglés.
Jaume Mora, un niño que esconde su timidez tras unas gafas, vence a su temor y abrió la veda, preguntando sobre qué países contaminan más. La clave se encuentra en las urbes, le responde Rosa Surinach, secretaria del Programa de Vivienda de Naciones Unidas. “Las ciudades concentran el 70% de la polución. Si conseguimos reducir la contaminación en ellas, podremos lograr mucho”, asegura. Tras esta cuestión, surgen otras. Esta vez, entre Surinach y una pequeña niña rubia.
“Los edificios [de la ciudad inteligente] se tendrían que poder reutilizar”, reclama la alumna Noelia De Morais
-¿Cómo podemos cambiar el mundo?
-Hay tres maneras de lograrlo. Primero tenemos que saber qué queremos cambiar en el planeta. Luego tenéis que averiguar qué es aquello que os gusta más hacer. Y finalmente tenéis que ver cómo esta afición os puede ayudar a cambiar el mundo.
Gerard, otro de los menores, concentra un poco a ayudar el enfoque.
-¿Habrá solo coches eléctricos en el futuro?
-Tal vez algunos de vosotros tengáis en el futuro una idea para hacer un medio de transporte sostenible. ¿Conduciremos coches entonces? ¿Iremos con drones a la escuela?
Los niños responden con un “sí” colectivo. Unas pocas preguntas después, acaba la entrevista. Los menores salen ordenadamente de la sala. Pasean por los pasillos, acompañados de sus profesores. Poco antes de salir del recinto, se detienen delante del pabellón de Echord++, un proyecto de la Unión Europea para la transferencia de tecnología sobre robótica entre la Universidad y la empresa. Se encuentran frente a frente con un robot de la empresa PAL Robotics. El autómata, de aspecto humanoide, responde a sus saludos. Les habla. Los alumnos lo observan asombrados, felices. Los docentes hacen fotos a la escena. Todo son sonrisas y gritos de sorpresa.
Después de despedirse del robot, se dejan caer en el sofá de la entrada, agotados después de un día de sorpresas. Sus caras, sin embargo, siguen radiantes de ilusión. Y, si se les pregunta cómo tiene que ser la ciudad del futuro, surge una lluvia de ideas. “No tendría que haber contaminación. Tendría que ser una ciudad ecológica, con coches eléctricos”, aventura Julia Llop. “Los edificios se tendrían que poder reutilizar”, añade Noelia De Morais, una compañera suya. “Tendría que tener cámaras para que los semáforos funcionen de forma diferente, en función del tráfico”, remacha Marisa Orell, otra alumna. Rostros llenos de anhelos e ideas para la ciudad del futuro.


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